sábado, 3 de diciembre de 2016

El techo de Podemos es Fidel.



“Es en la actitud hacia Cuba y hacia los nuevos Estados de África donde ha de ponerse a prueba el significado de la madurez intelectual y del final de la ideología. Porque dentro de la Nueva Izquierda hay una alarmante disposición a hacer tabula rasa, a aceptar la palabra “revolución” como absolución frente atropellos, para justificar la supresión de derechos civiles, y a la oposición, en suma, para borrar las lecciones de los últimos cuarenta años con una alegría aterradora.” Daniel Bell, “El final de la ideología”, 1960.[1]

A Podemos le gusta la monarquía parlamentaria... sueca.
¿Podemos considerar como aceptable cualquier sistema político que alcanza sus objetivos partiendo de la destrucción o sometimiento del adversario para imponer de forma unilateral sus reglas del juego? ¿Podemos considerar como aceptable un sistema político que impone una única verdad como buena nueva que hay que aceptar y que a cualquier disensión se responda con la muerte, represión, cárcel o exilio? ¿Podemos aceptar en una democracia a quienes toman esto como referente? En definitiva, en la España del siglo XXI ¿podemos aceptar a Podemos? ¿Cuál es el modelo real de convivencia que propone Podemos? ¿La revolución castrista o la evolución sueca? Si ponen de modelo a Suecia ¿por qué desdeñan a la Monarquía, si Suecia lo es? Si se consideran profundamente democráticos ¿por qué valoran tanto el sistema cubano? ¿Dónde está la democrática oposición en Cuba? ¿En el exilio?
Que Pablo Iglesias, el líder de la “nueva” Nueva Izquierda española (sic), tenga como referente al dictador cubano Fidel Castro es uno de los más evidentes indicios de lo reaccionaria de su propuesta. Escuchar a Iglesias (afortunado apellido) en cualquiera de sus intervenciones es como estar delante de un telepredicador iluminado en pleno éxtasis. Es tener la oportunidad de viajar en el tiempo, y poder asistir a una de las soflamas de Savonarola incitando a sus hipnotizados acólitos a participar en una mediática hoguera de las vanidades del capitalismo contemporáneo.
Podemos hunde sus raíces en el pensamiento de la izquierda desnortada post-estalinista de finales de los cincuenta. Y realmente no existe en ellos una excesiva renovación del trasnochado discurso, sólo que han logrado añadir las aportaciones de miríadas de facciones de la izquierda indefinida[2], que se hallaban enfrascadas en sus eternas luchas fratricidas, al menos eso es un logro novedoso. Por lo demás no deja de tener un auténtico encanto vintage poder escuchar sus diatribas, ya que es como transportarse a un campus universitario sesentero, sentirse por unos momentos rodeado de hippies oliendo a patchouli y marihuana. Eso que pudimos añorar haber vivido viendo películas de la Nouvelle Vague o documentales políticos de la época. Salvo que ahora llevan dispositivos de Apple y se han adaptado a la perfección al espíritu de los tiempos. Ahora saben y pueden adoctrinar sus simplezas no sólo en los mass media tradicionales, sino que también en las nuevas redes sociales, de las que son especialistas y maestros. Es el salto mortal de la propaganda a base de multicopista y reuniones clandestinas a la era digital 2.0.
Desde su nacimiento, las caras más visibles de Podemos, han tratado de suavizar sus aristas más totalitarias fingiéndose ser transversales. Es el poco de azúcar de las píldoras de Mary Poppins.
¡Con un poco de azúcar esa píldora que os dan...!
Tratando así de captar un voto moderado de personas cabreadas y hastiadas por la crisis y los numerosos casos de corrupción, en algunos casos multimillonarios, y más escandalosos para ellos si vienen de quienes se dicen de izquierdas. Sin embargo no han podido ocultar su origen real durante mucho tiempo. Por más que hayan tratado de desviar su discurso a que la cuestión no era luchar en un eje de izquierdas y derechas, sino de arriba y abajo. Pero a Iglesias no le puedes tocar las palmas porque no tarda en arrancarse por bulerías. Cogido en numerosas contradicciones y mentiras, tras declararse socialdemócrata y tener unos resultados no todo lo satisfactorios que esperaba (no logró su soñado sorpasso al PSOE) termina uniendo su formación a Izquierda Unida (otra coalición de coaliciones de agrupaciones cainitas) y, ya desvelada su estrategia, pincha en hueso perdiendo más de un millón de votos en su segunda puesta de largo electoral.
Podemos NO pudo... Y se hizo el silencio.
Si hasta hace poco había estado mirando hacia otro lado cuando le preguntaban por su pasado chavista, ahora, con la muerte de Fidel no ha podido resistirse. A Pablo Iglesias, el moderado transversal, el socialdemócrata que quiere empoderar a los de abajo contra los de arriba, Fidel Castro le parece un referente de la dignidad y de la resistencia soberana. Sí, la resistencia soberana al poder al que se aferró Fidel durante 56 años.
Visto lo visto, recemos para que esta gente no llegue nunca al poder… Porque yo no sé a ti, pero a mí el calor húmedo de Miami no me sienta nada bien.
“Cuando se suprime un derecho se termina por suprimir todos los demás derechos, desoyendo la democracia. Las ideas se defienden con razones, no con armas. Soy un amante de la democracia”. Fidel Castro, declaraciones a la prensa una semana después de la entrada en La Habana, 7 de enero de 1959.
Y pasados unos días…





[1]  El final de la ideología, Daniel Bell. Alianza Editorial, 2015. ISBN 9788491040354

[2] El mito de la Izquierda, Gustavo Bueno. Ediciones B, Barcelona 2003. ISBN 84-666-1109-6

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